HIS WORRIED MOTHER
As Guru Nanak grew older, he would more and more avoid company and seek seclusion. He would remain for long hours in his room without eating or talking. At sixteen he had nothing in common with other boys his age. His mother was, of course, greatly concerned. She caressed him tenderly and tearfully begged him to follow his father's advice. "You are so wrapped up in yourself that people think you have lost your reason. They talk ill of you as of us. My darling, I want people to talk well of all of us. And, my son," she continued, "you must eat something, how can you live without food? What is this true Name of which you are constantly speaking?"
Nanak bowed with glistening eyes to his mother and said,
To remember Him is to live
To forget Him is to die.
It is difficult to explain
the true Name.
When hunger for it
Awakens in the heart
All other hungers depart
And this hunger consumes all suffering.
O my mother!
The true Lord
How can He be named
He Whose Name is Truth?
The greatness of His true Name
Men's minds grow weary trying to grasp.
Their collective efforts are in vain.
His greatness cannot be over-stated.
Nor His greatness over-estimated.
He does not die nor is He mourned.
He is the giver,
The flow of His gifts is unending.
"How can one know Him?" asked his mother.
There is only this to know
There is no one but He
Neither in the past
Nor in the future.
He Who created the day
And then created the night.
His bounties are as boundless as He Himself.
"But they say that only people of great learning can approach Him," said his mother.
The Guru smiled and said.
They alone are of low birth
Who forget the true Master.
Without the grace of His Name
Their status is low.
There is no other distinction.
The mother and son continued to talk for a long time. The link of love drew him to his mother. He ate of the food which she placed before him and then, as if a new chord had been touched, he sang songs in praise of God.
SU PREOCUPADA MADRE
A medida que Guru Nanak se hacía mayor, evitaba cada vez más la compañía de los demás y buscaba la soledad. Permanecía muchas horas en su habitación sin comer ni hablar. A los dieciséis años, no tenía nada en común con otros muchachos de su edad.Su madre estaba, por supuesto, muy preocupada. Lo acariciaba tiernamente y, con lágrimas en los ojos, le rogaba que siguiera los consejos de su padre. "Estás tan metido en tus cosas que la gente piensa que has perdido la razón. Hablan mal de ti, como también de nosotros.Querido mío, quiero que la gente hable bien de todos nosotros. Además, hijo mío," continuó, "debes comer algo, ¿cómo puedes vivir sin comida? ¿Qué es este Nombre verdadero del cual estás constantemente hablando?"
Nanak se inclinó con ojos brillantes ante su madre y dijo:
Recordarlo es vivir,
olvidarlo es morir.
Es difícil de explicar
el verdadero Nombre.
Cuando el deseo por Él
despierta en el corazón,
todos los otros deseos se alejan,
y este deseo consume todo sufrimiento
¡Oh, madre mía!
Él es el verdadero Señor.
¿Cómo se le puede nombrar a
Él, cuyo Nombre es Verdad?
Las mentes de los hombres se esfuerzan
en vano tratando de comprender
la grandeza de su Nombre verdadero,
pero sus esfuerzos colectivos son en vano.
Su grandeza no puede ser exagerada, ni sobreestimada
No muere ni es velado
Es el dador,
la corriente de sus dones no tiene fin.
"¿Cómo puede uno conocerlo?" preguntó su madre.
Sólo esto hay que saber:
no hay nadie más que Él
en el pasado y en el futuro.
El que creó el día
y luego creó la noche.
Su magnanimidad no tiene límites
así como Él mismo no los tiene.
"Pero dicen que sólo las personas de gran erudición pueden acercarse a Él," dijo su madre.
El Guru sonrió y dijo:
Sólo son de baja cuna
los que olvidan al verdadero Amo.
Sin la gracia de su nombre
su rango es inferior.
No hay ninguna otra distinción.
Madre e hijo continuaron hablando largo tiempo. El lazo de amor lo acercó a su madre. Comió el alimento que ella le puso delante y luego, como si le hubieran tocado una nueva cuerda, cantó himnos en alabanza a Dios.
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